viernes, 5 de julio de 2024

 

A VUELTAS CON BLASONES Y TALEGAS. LA CASA NATAL DE PEREDA.

 

A riesgo de resultar pesado,  no me puedo sustraer a incidir en la conveniencia de adquirir la casa natal de José Mª de Pereda para patrimonio cultural de nuestra comunidad. De momento, no percibo gesto alguno que muestren interés en ello ni el gobierno del consistorio polanquino  ni el gobierno regional.

Desde el ayuntamiento polanquino, ante una moción que presentó al respecto el grupo socialista, se dio el no por respuesta. Posteriormente la alcaldesa en algunos medios declaraba que no se trataba de una negativa rotunda, que cabía la posibilidad de aceptar si se contaba con ayudas de otras administraciones... Del gobierno regional, ni sí ni no, ni todo lo contrario; silencio absoluto, no parece ir con ellos.

Lo que me temo es que reina la indiferencia, se huye del compromiso; se espere a que el tiempo pase y el asunto quede en el olvido.

Una vez que la vivienda se ha puesto en venta, se presenta una gran oportunidad para añadirla al patrimonio cultural y honrar la memoria de nuestro novelista. Estamos hablando de una casona que ha sido testigo de cuatro siglos de la historia municipal; una vivienda que fue cuna de nuestro insigne escritor, en la que sazonó su infancia, arropado por su familia, a través de la escuela y con los entretenimientos y juegos propios de su edad. En “Pedro Sánchez” nos muestra Pereda alguno de esos entretenimientos: “ (…) aunque bien sabe Dios cuánto me gustó siempre tocar las campanas a vísperas los domingos y fiestas de guardar (…) acechar nidos, jugar a la cachurra, coger mayuetas o fresas salvajes, en el monte; saltar las huertas; apedrear los nogales; calar la sereña en cercana costa; hacer, en fin, cuanto hacer pudiera el más ágil, más duro y más revoltoso muchacho del lugar.” Juegos que fueron instrumentos necesarios para proporcionar habilidades en la exploración de  realidades nuevas, interaccionar con el entorno, desarrollar sensibilidades ante las percepciones, favorecer la sociabilidad y fortalecer habilidades en la toma de decisiones. Ello, en cierta medida, contribuyó a cimentar las bases que le  facilitaron alcanzar su atalaya literaria como novelista. Estamos hablando de un escritor al que  don Marcelino Menéndez Pelayo elogió, manifestando estas palabras: “En el cuadro de costumbres, en la sátira política, en el idilio rústico, en la tragedia del mar ávido de humanas vidas, en todos los géneros donde estampó su huella, fue el más radical innovador de la literatura de su tiempo.”

Y continúa elogiando el logro con el que supo poner en valor a la región:

… Lo que antes no era más que un plácido y oscuro rincón de la Península, que muchos apenas distinguían de las provincias colindantes, llegó a ser, por virtud de Pereda, uno de los raros focos que nuestro tiempo ha conocido de aquella poesía robusta, patriarcal, épica en el fondo...

Efectivamente, estamos ante uno de los grandes novelistas españoles de mediados del XIX que nos ha dado lustre y ha conseguido poner a Polanco y Cantabria en el mapa de la literatura universal. Mostró hondo sentimiento hacia su terruño natal y supo poner en valor nuestras tradiciones, costumbres y paisajes. En palabras de  doña Emilia Pardo Bazán: “Puédese comparar el talento de Pereda a un huerto hermoso, bien regado, bien cultivado, oreado por aromáticas y salubres auras campestres…”

No estamos hablando de un personaje al uso, estamos hablando de un personaje singular gloria de las letras cántabras y el mayor exponente del costumbrismo regional que supo estar entre los grandes representantes del realismo nacional.

Corresponder con el novelista adquiriendo su casa natal, preservándola como legado de su memoria para dedicarla como museo, estudio e interpretación de su obra, es algo más que un deber.


Estamos hablando de una casona solariega del S.XVIII, de 800 metros cuadrados, con muros de sillería y conservada en excelente estado, con una finca hermosa y extensa de 6000 metros cuadrados que puede ofrecer mucho juego para actos culturales y divertimento de los vecinos,  situada en el centro del pueblo; quizá requiera arreglo del tejado y, como es natural, modificaciones internas adaptadas a un nuevo uso, pero lejos queda de esa visión nefasta que desde el ayuntamiento se quiere ofrecer a los vecinos. Es natural que documentos, cuadros y objetos íntimos de valor, se hallen bajo custodia familiar. Y, como es más que previsible,  si la vivienda se adquiere para, de alguna manera, honrar la memoria del escritor, esos objetos y documentos de valor, no dudo, sea cedido por la familia a objeto de enriquecer el objetivo perseguido, con la seguridad de que iban a encontrarse a buen recaudo.   

No tengo duda que el mayor inconveniente para adquirir tan emblemática casona es el desinterés. Si este existiese, ya se habrían puesto a trabajar en ello. Alguna de las dos administraciones, la regional o local, debiera tomar la iniciativa. En caso de la local, el gobierno municipal ya debiera, con determinación y coraje, formar una comisión  con representación de todos los grupos municipales y ponerse conjuntamente a trabajar en procedimientos y gestiones encaminados a realizar los trámites para conseguir los compromisos y ayudas necesarias de otras instituciones y administraciones para lograr dicho fin; es muy conveniente dejar el “yo”, por el “nosotros”. Me consta, por declaraciones escuchadas a la alcaldesa que ha encargado un informe de las características arquitectónicas de la vivienda al historiador, músico y estudioso del patrimonio, Enrique Campuzano, como paso a la solicitud de declaración B.I.C. del edificio. Espero y deseo que con ello no se juegue a “El perro del hortelano”, tal como- según intención manifiesta de la propia alcaldesa- se desprende desea conseguir. Sería muy deshonesto. En cuanto al gobierno regional, me cuesta mucho considerar que se pueda desentender de la colaboración en la adquisición de esta propiedad tan significativa para nuestra identidad cultural y patrimonial, con la que otorgamos  consideración y agradecimiento a nuestro mentor literario que con tanto talento supo con su pluma describir épicamente paisajes y paisanajes de nuestra región.
La verdad es que la inacción y el silencio, es preocupante. Falta coraje, determinación y conciencia sobre lo nuestro. Echo en falta a asociaciones y agrupaciones literarias, a personalidades de la cultura, que optan por callar y mirar hacia otro lado, en vez de empujar en la consecución de algo que nos honra y engrandece a todos los cántabros, entre los que, sin duda, se encuentran los polanquinos. ¡Muy decepcionante!.

                                                                                                                                                                       CONSTANTINO BARRERO

jueves, 4 de julio de 2024

 

LA CASA NATAL DE JOSÉ Mª DE PEREDA DEBE FORMAR PARTE DEL PATRIMONIO REGIONAL.

Venimos recibiendo por diversos medios de comunicación, información sobre la venta de la casa natal de José Mª de Pereda, nuestro escritor más significativo, el más importante que ha dado nuestra región y que se codeó con las grandes plumas nacionales del S.XIX.: Galdós, Varela, Clarín, Pardo Bazán, Palacio Valdés… Gloria de las letras que inscribió el nombre de Polanco en la literatura universal. El que nos transmitió a través de sus obras, formas de vida, modos de sentir, costumbres y tradiciones de nuestros antepasados recientes, de hombres y mujeres que nos han testado esencia de lo que somos. Mucho le debemos culturalmente a Pereda.

No podemos permanecer impasibles ante la pérdida de su casa natal, que de algún modo representa un cordón umbilical entre su egregia figura y nosotros los polanquinos.

Tengamos en cuenta que se trata de una casa solariega del S.XVIII, de estilo montañés por sus balconadas y amplio soportal. Fue construida por los bisabuelos del novelista en 1766, don Antonio Haro, notario del Santo Oficio y doña Francisca de Menocal que tuvieron una hija, doña Vicenta Haro que casó con don Pedro Pereda y de cuyo matrimonio nació el padre del escritor, don Francisco Pereda y Fernández de Haro que enlazó  con doña Bárbara Sánchez Porrúa, en cuyo matrimonio tuvieron veintidós hijos, siendo el más pequeño José Mª de Pereda. La casa posee dos escudos blasonados en la fachada, uno corresponde a las armas de Menocal y otro a la Inquisición en el hastial de la casa. Tras la vivienda se encuentra una extensa finca ajardinada de unos cinco mil metros cuadrados de superficie, circundada por un muro, en buena parte vegetal. La vivienda fue remodelada por don Vicente Pereda de la Revilla, hijo del escritor, en 1913.



Es una casa literaria, no sólo por haber sido cuna del escritor, sino por haber sido descrita en varias de sus novelas: El sabor de la tierruca, D.Gonzalo González de la Gonzalera y en Pedro Sánchez.

                (…) tiene anchos y firmes balcones de madera, y está circundada por un alto  muro que guarda una extensa y bien provista huerta, por detrás, y forma por delante una vasta corralada… “  -Cap I de D. Gonzalo González de la Gonzalera-.

                O como la describe en Pedro Sánchez, cap. I

                “(…) Componíanle – su pueblo- cuatro barriadas de mala muerte, bastantes separadas entre sí, y la mejor de sus casas era la de mi padre, con ser muy vieja y destartalada. Pero al cabo tenía dos balcones, ancho soportal, huerta al costado, pozo y lavadero en la corralada, y hasta un poco de escudo blasonado en la fachada principal.”

Gobierno municipal y regional, que hasta el momento eluden manifestarse, deben implicarse para que la casa y finca sean patrimonio de los cántabros, de los polanquinos. No hacerlo, mirar para otra parte, sería sonrojante y un pesar para el futuro. Todavía hoy se sigue lamentando no haber adquirido y dejar destruir la casa de Galdós, “San Quintin”, en Santander. Y más recientemente perdimos en Polanco una casa emblemática en la que residió y falleció Jesús Cancio.

No, no podemos mirar hacia otra parte ante una situación tan crucial. Conservar la casa de Pereda como tributo a su memoria, como museo emocional de la cultura, como recinto evocador de una época, es deber ineludible, de cántabros y polanquinos. Las administraciones, tanto regional como  local, sin titubeo alguno,  deben velar para que así sea.

                                                                    CONSTANTINO BARRERO.