ANTHONY CLARKE COMO HIJO ADOPTIVO DE
POLANCO. ADIÓS A UN ILUSTRE VECINO
Se nos ha ido
Anthony Clarke quien ostentaba el distinguido honor de Hijo Adoptivo de Polanco. La segunda persona
que a lo largo de la historia municipal puede hacer gala de tan elevada
consideración.
He de confesar
que, dentro de mi insuficiencia, me era un personaje totalmente ignoto hasta
aquél 9 de marzo de 2001 en que tras la brillante propuesta de la Corporación
municipal de Polanco presidida por su alcalde, Miguel Ángel Rodríguez Saiz, se
nombró Hijo Predilecto a nuestro novelista más representativo de Cantabria que ha dejado impreso el nombre de Polanco en
la Literatura universal, D. José Mª de Pereda. Acto en el que, a su vez, se nombró
Hijo Adoptivo al profesor Anthony H. Clarke por su ejemplaridad, constancia y
empeño en el estudio, análisis y divulgación, a lo largo de 60 años, de la
obra perediana, evitando que cualquier
sombra de ostracismo pudiese adueñarse sobre nuestro insigne literato... A
partir de esa fecha hemos mantenido una relación cordial, estrecha, con muchas
horas de charla y de sincera amistad.
No fue esa su
primera visita a Polanco. En los años 1956 y 1957, finalizando sus estudios de
Secundaria en el Longhboroungh College, a cinco millas de su pueblo de Birstall
en Leicester, pisó por primera vez tierra española, pasando dos meses en Burgos
donde quedó cautivado por la austera campiña burgalesa. Será en 1961 preparando
el doctorado cuando pisa por vez primera Santander y Polanco. Venía motivado
por conocer los pueblos y paisajes que Pereda había incorporado a sus novelas. En esta
ocasión no vino sólo. Vino acompañado por su madre, su novia y una amiga de
esta. Guiado por conocer el acervo literario de Pereda se dirigen hacia la casa
natal donde contacta con doña María Fernanda, nieta del escritor e hija de don
Vicente Pereda, que en aquellos momentos se encuentra residiendo en la casa,
junto algunas de sus hermanas. María Fernanda le ofrece todo su apoyo, le
permite consultar la biblioteca de la que sólo conservaba un tercio de lo que
Pereda dejó. El resto había sido trasladado en 1912 a la Biblioteca Menéndez
Pelayo. Durante unos días permaneció en la casa para consulta y anotaciones
bibliográficas. De aquella vista
recuerda la entrañable relación que se estableció entre María Fernanda y su
madre, de las risas que se echaban al comunicarse en la cocina con gestos.
En el
transcurso de los estudios de doctorado vino una vez más a Polanco. Al
finalizar dicha formación con la tesis “ Don José Mª de Pereda y el sentimiento
de la naturaleza en la novela española del siglo XIX” y una vez casado con
Shirley, Graduada en Filología portuguesa y excelente traductora, pasó por la
Universidad de Auckland en Nueva Zelanda
y posteriormente en la Universidad de
Aberdeen en Escocia, para culminar como profesor en el Departamento de
Estudios Hispánicos de la Universidad de Birmingham.
Asentado en
Birmingham, todos los veranos visita Santander para encerrarse en la biblioteca
Menéndez Pelayo. Y una vez nombrado Hijo Adoptivo de Polanco vendrá, a este
nuestro pueblo, todos los años durante los meses de abril y septiembre, amén de
cuantas otras circunstancias lo hayan requerido. Además, continuará, a
diario visitando la biblioteca santanderina.
Lo cierto es
que Anthony resultaba ser un personaje muy peculiar. Tan peculiar era que no le
gustaban los Beatles ni ningún otro grupo de música pop o rock. Eso sí, la
música clásica le encantaba. Se tiraba horas en la furgoneta, recostado y
escuchando música barroca, del
clasicismo o del romanticismo… Con
cierto sentimiento conservador, mantenía un espíritu bohemio e independiente.
Siempre venía en una furgoneta adaptada para vivienda; la “jargoneta”,
llamábamos. Antes de comenzar a venir a Polanco se asentaba en el camping de
Mataleñas, en Santander. Una vez nombrado Hijo Adoptivo, se ubicaba en el patio
de la iglesia de Polanco. Todo polanquino cuando veía “la jargoneta” se decía ya llagó el inglés. Durante las
numerosas estancias le tocó lidiar con días de fuerte temporal de agua, frío y
viento y teniendo la oportunidad que le ofrecía Jose Luis Zárate, a la
sazón por aquél entonces director de
Solvay, para alojarse en el Casino donde disponía de una habitación para cubrir
sus necesidades, siempre optó por
quedarse en la furgoneta. Otra de sus peculiaridades era lo nada consentidor
con las nuevas tecnologías de comunicación; contrastaba su gran acervo
intelectual, con conocimiento de varios idiomas: inglés, francés, español, portugués, italiano,
alemán… , con ese desinterés para con el
ordenador y, por ende, rehusaba el correo electrónico; todos sus escritos eran
manuscritos, con letra caligráfica de estilo itálica. Considerándome, cuando se encontraba en
Birmingham, su enlace con Polanco, me escribía al menos una carta mensual, según
las circunstancias; yo siempre me dirigí
a él a través del correo electrónico con dirección y cuenta de Shirley, su
mujer. Si había algo de carácter urgente era Shirley quién me remitía la
información; escasísimas veces nos comunicábamos por teléfono… Y, esta era
otra, nunca quiso hacerse de un teléfono móvil y eso que se aventuraba a
recorrer grandes distancias en la furgoneta. Una vez fuera de su casa,
imposible comunicar con él. Cuando estaba en Polanco el encuentro era el bar o
la Casa de Cultura; si surgía algún imprevisto y no le hallaba, le llamaba a la
biblioteca Menéndez Pelayo o dejaba un
escrito en el parabrisas de la furgoneta;
si la búsqueda era a la inversa, él iba
a mi casa o dejaba el recado en un papel pegado a la puerta de la Casa de
Cultura… complicada tarea. En ciertos aspectos resultaba tan reaccionario como el autor al que tantos
años de estudio dedicó.
Otra
singularidad de Anthony es lo bien que imita el canto de los pájaros, por eso
desde pequeño e incluso en la universidad, le llamaban “Birdseed”. En casa de
sus padres recuerda que entre la casa y el jardín tenía cerca de 20 pájaros y a
casi todos imitaba con precisión. Siempre le ha gustado los animales, en el
amplio jardín de la casa paterna tenía diversidad de animales, incluso alguna
serpiente. Últimamente en su casa sólo tenía a su viejo y fiel Glem, un perro
pastor, grande, negro, de gran nobleza
que conocimos cuando visitamos su casa durante la presentación de la OOCC de
Pereda en la Universidad de Birmingham.
Con todo, hay
que decir que Anthony ha correspondido con máxima dignidad al honor concedido
por el Ayuntamiento de Polanco en la concesión del título de Hijo Adoptivo. No
sólo por la visita anual con su permanencia durante dos meses al año, también
ha visitado los colegios llevando el nombre de Pereda por delante; ha dado
varias charlas en la biblioteca, ha participado en cuantas actividades
culturales se han organizado durante su estancia… Se ha integrado plenamente
con los vecinos con los que con su humildad y simpatía ha sabido granjearse
cariño y respeto. Conocido en la tienda del pueblo, en las tabernas y en la
calle; ha participado intensamente en
los actos de Hermanamiento que Polanco ha realizado con la localidad gala de
Bruges. Y ha colaborado con la
Asociación Sociocultural en la Revista DESAFIO donde nos ha dejado suculentos artículos… Quiso llevar representación de Polanco en sus
presentaciones de las OOCC de Pereda, que codirigió desde los inicios de los
años 80 con los profesores José Manuel
González Herrán y Salvador Castañeda, editadas por Jose Luis Gándara, de
Ediciiones Tantin,por lo que estuvimos en Santander, Madrid, Polanco y
Birmingham. Ha mantenido una actividad cultural intensa con Polanco y un fuerte
vínculo afectivo con los polanquinos. En agosto de 2018 la Corporación de
Polanco presidida por la alcaldesa Rosa Díaz le rindió un homenaje. Fue la
última visita que hizo a Polanco. Dejó
incondicionales amigos, entre los que me encuentro, siendo obligado
mencionar a Miguel Angel Rodriguez, José Luis Zárate, Julio Cabrero. Aquilino Fonseca, José Ramón
Saiz y otras muchas personas, tanto de Polanco como de la zona de Torrelavega
que en verdad le admiraban y estimaban. Puedo afirmar que ha querido a Polanco
y Polanco le ha querido... Se ha divertido con nosotros y nosotros con él.
Se nos ha ido
un prestigioso y mundialmente reconocido estudioso de Pereda y su obra. De tal modo,
que como afirma el profesor González Herrán, en el ámbito del hispanismo
internacional, los nombres de Clarke y Pereda están ya indisolublemente unidos,
hasta el punto de que resulta imposible referirse al uno sin aludir al otro. Y,
se nos ha ido, un buen vecino, una buena persona.
Anthony ha
partido, pero seguro que personalidades como el propio J.M González Herrán o la
discípula de Anthony, Raquel Gutiérrez Sebastián, entre otros, continuarán la labor científica y
divulgativa de nuestro egregio novelista que en los últimos años ha venido
trabajando en mostrarnos a Pereda como novelista europeo; me confesó que entre
manos tenía un libro que giraba en torno al tema de Pereda y la novela rural
europea. Deja dos hijos, Richard y Andrew y dos de sus nietas continúan la saga
familiar en los estudios de Filología Hispánica, quizá continúen el legado perediano
de su abuelo.
En este abril
de acostumbrada presencia se nos marchó. Había conseguido superar el aterrador
virus pandémico del nuevo milenio, pero no pudo con la enfermedad del olvido.
Siempre en el
recuerdo, profesor Clarke... Siempre en recuerdo. “Birdseed”
TINO
BARRERO
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