JULIO SANZ SAIZ. DE LA CENA DE LA POESÍA A
"EN JULIO ES PRIMAVERA"
CONSTANTINO BARRERO
Recientemente se ha hecho, avalado por la concejalía de Cultura, un homenaje al poeta y pintor Julio Sanz Saiz, fallecido el mes de febrero pasado. El acto tuvo lugar en el Centro Nacional de Fotografía Manuel Rotella de Torrelavega, donde bajo el lema “En Julio es primavera!, no faltaron durante el evento, músicos, poetas, rapsodas y lectores de su obra narrativa y poética. Sobran los motivos, para homenajear a tan ilustre personaje del mundo de la Cultura en la ciudad de la que formó parte.
Conocí a Julio Sanz Saiz en el año 1993. Estábamos la Asociación
Sociocultural Polanco organizando las fiestas patronales y habíamos decidido
incorporar en el programa de fiestas un homenaje a todas las personas que nos
habían precedido en el tiempo; aquellas personas que con sus trabajos, luchas,
sacrificios, alegrías y sus tristezas habían ido configurando la esencia de nuestro
pueblo; deseábamos personalizarlo en las personas mayores de 90 años que a la
sazón no eran muchas, apenas superaban la docena.
Julio Sanz Saiz y Tino Barrero
Naturalmente, un homenaje de esta índole debía tener carácter popular, contando con la representación máxima de instituciones, sin ser patrimonializado por ninguna en exclusiva. De ahí que se recurrió al ayuntamiento, a la parroquia y al Consejo Municipal de la 3ª Edad que junto a la Asociación Sociocultural, eran las únicas asociaciones vigentes en el municipio. Se contó con el grupo de danzas local, “El sabor de la tierruca” que honró a los mayores con su pase bajo los arcos floridos y exhibiendo al final de acto una serie de bailes propios de nuestra región; se contó con el Coro “Voces de la Paz”, y nos faltaba un bardo que ofreciese cierto lirismo al evento. Alguien, no recuerdo quién, probablemente fuese el párroco cuyo destino anterior había sido Barcenaciones, me recomendó a Julio Sanz Saiz, residente en dicha localidad y al que personalmente no conocía. Conseguí hacerme de su teléfono, le llamé, le expliqué y sin titubeo alguno confirmó su asistencia. El evento un rotundo éxito, muy emotivo; Julio, magistral, sus palabras afectuosas iban acompañadas de un enternecedor poema para los homenajeados. Ahí, en esa mañana, comencé a descubrir que me encontraba ante una excelente y singular persona.Posteriormente se fue revelando ante mí su enorme obra como poeta, pintor y
escultor. Un artista polifacético de amplia diversidad temática que inunda de
lirismo, con su pluma y pincel, numerosos rincones de Cantabria y deja
retratados a un amplio número de celebridades regionales. Una obra que conmueve, emociona y nos resulta difícil
determinar qué cualidad artística se eleva sobre la otra. Ambas se imbrican,
unidas a su faceta humana y todas salen reforzadas. El propio Julio
nos resuelve la duda autodefiniéndose como un poeta que pinta. Su propio amigo,
Mauro Muriedas, decía de él: como pintor tiene un sentimiento
poético del paisaje, bien expresado y rimado a través de su conocimiento de la
técnica de la aguada.
Dentro de la gran variedad de temas que aborda en su obra, los que más
contenido ocupan son aquellos que giran en torno a la Naturaleza, con la que se compromete, recrea y sublima hasta lograr cierta cota de misticismo.
Con ello, consigue otorgar, a la función estética de su obra -quizá sin
proponérselo- un mensaje didáctico, creando una conciencia ecológica y
cultivando una sensibilidad medioambiental.
Desde luego, en Julio Sanz Saiz, se dan todas las características que
el pintor Paul Kleen consideraba que todo artista debiera ser:
poeta, explorador de la naturaleza y filósofo...
Y, vaya que, de las tres tenía nuestro Julio... En Julio, se ha dado
otra característica que cabe subrayar y que, desde luego, denota el carácter de
su personalidad, su tesón, constancia y compromiso. Durante más de
sesenta años, todos los 21 de marzo, a las veintiún horas, concitaban a poetas
y simpatizantes de la Cultura en torno a la denominada “Cena de la Poesía”.
Fíjense que estamos hablando de un año sobre otro, durante sesenta y dos
años consecutivos, en el mismo mes y día, organizado por la misma
persona… Vértigo, produce.
Y para cerrar y no hacerme más extenso, concluyo con otra característica
que resalta la bonhomía de Julio, su generosidad. Persona sumamente generosa.
Me percaté de su grandeza tras las
primeras palabras que mantuve con él por teléfono en aquél día de verano de
1993. Le estaba pidiendo una colaboración altruista, una persona que no
conocía de nada, en nombre de una asociación que, en aquellos momentos, fuera
del pueblo, resultaba insignificante debido a su incipiente creación, y no tuvo
el menor titubeo para colaborar, traer su poema y verse como pez en el agua
junto aquellos testigos presenciales de tantos años de historia.
Tino Barrero, Julio Sanz Saiz y Rosa Díaz
Esa fue la primera vez, después vinieron muchas más, ya desde el Ayuntamiento y siempre con carácter altruista, estuvo de pregonero, de jurado del Concurso de pintura, nos gratificó con varios recitales poéticos y alguna exposición pictórica. Tanto por requerimiento como por propio deseo, su presencia resultó sumamente grata en este pueblo perediano, al que en diversas ocasiones se había acercado para visitar junto a otros adalides de la cultura comarcal como Otero, Mauro Muriedas, Laguillo… a su buen amigo, Jesús Cancio, el Poeta del Mar que pasaba junto a su primo Luis Corona, los periodos estivales en Polanco. Por todo ello, el Ayuntamiento, a modo de reconocimiento y consideración le entregó, de manos de la alcaldesa, un cuadro con el escudo de Polanco.Si fue generoso con Polanco, no cabe la menor duda, lo fue con otros
lugares y personas, porque generoso lo fue a raudales, y como decía
Aristóteles: de las diversas variedades de la virtud, la generosidad es la más
estimada.
Hombres como Julio que hoy se encuentran en el Olimpo que acoge a grandes
personalidades que han contribuido a dar lustre y grandeza a la ciudad de Torrelavega
y región de Cantabria, por siempre estarán en el recuerdo.
¡En Julio es primavera! Esperemos que la
cita en su nombre continúe en el tiempo y la actitud animosa de su vástago, de
mismo nombre, no decaiga.
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