martes, 9 de septiembre de 2025

 


ADIÓS A  LAS MONJAS DE POLANCO.

                                                                                                       Por Tino Barrero.

Se marchan las monjas de Polanco. Su partida dejará un profundo vacío en el alma del pueblo, no en vano han estado presentes durante más de 120 años, creando vínculos que van más allá de la enseñanza. El Colegio La Milagrosa, toda una institución, ha contribuido de forma decisiva a forjar la identidad local, siendo sus monjas parte del paisaje humano, parte del “paisanaje”.

                                                         Colegio La Milagrosa

Las primeras Hermanas llegaron a Polanco en septiembre de 1903, para hacerse cargo de una escuela de niñas fundada muchos años antes bajo el patronato familiar del insigne novelista polanquino José María de Pereda. La modesta escuela, habilitada también como residencia para las tres primeras religiosas, ofrecía enseñanza gratuita a muchas niñas, algunas de las cuales, por carecer de medios o vivir lejos del colegio, también recibían allí la comida diaria.

Gracias a una generosa herencia recibida del polanquino Mateo Gómez Menocal (1817-1900), quien hizo fortuna en Guatemala y cuyos restos descansan en el baptisterio de la capilla del colegio, se pudieron acometer ampliaciones: se construyeron nuevas aulas, una residencia para las religiosas y, en 1912, la capilla. El creciente número de alumnas motivó la llegada de nuevas hermanas, y la escuela pasó a denominarse Escuela de la Milagrosa.

El 1 de octubre de 1913, según me anota sor Manuela, la Visitadora Sor Josefa Bengoechea, el director Padre Eladio Arnaiz y José María de Pereda (hijo del novelista), como patrón, firmaron un nuevo contrato por el cual seis Hijas de la Caridad se hacían cargo de la dirección del colegio, bajo la advocación de la Virgen Milagrosa, en su labor moral e intelectual.

En 1924, los hijos del escritor constituyeron la Fundación Benéfico-Docente "Colegio de la Milagrosa", siendo su primer patrón Don Vicente de Pereda de la Revilla. A su fallecimiento, la responsabilidad pasó a su hijo, Luis Pereda Torres Quevedo, quien finalmente donó la Fundación a la Comunidad, con autorización del Ministerio de Educación el 7 de noviembre de 1951.

El colegio siguió creciendo. En 1957, ante el notable aumento de matrícula, se construyó una nave de dos plantas para mejorar la atención a las alumnas y acoger a numerosas internas. En ese momento, la comunidad religiosa contaba con 10 Hermanas y el colegio albergaba a unas 400 niñas, internas y externas.

En 1977, se construyó un pabellón cubierto que, además de proteger a las alumnas de la lluvia durante los recreos, servía como espacio para las clases de gimnasia y diversas actividades culturales. Aquel salón amplio, con su escenario, dio mucho juego a lo largo de los años. En 1979, desapareció el internado. Hasta bien entrada la década de los 70, fue un centro exclusivamente femenino: los niños solo podían asistir hasta hacer la Primera Comunión, a los siete años. El colegio, bajo Concierto Educativo con el Estado, continúa hoy su labor docente con Educación Infantil y Primaria.

Pero más allá de la educación, las monjas han estado profundamente imbricadas en la vida social del pueblo. Nunca vivieron apartadas; conocían a sus vecinos y eran conocidas por ellos. Participaron activamente en la vida cultural del municipio: prestaron sus instalaciones para representaciones teatrales organizadas por el ayuntamiento y la Obra Social de la  Caja de Ahorros de Cantabria, ofrecieron su salón de actos al Consejo de la Tercera Edad cuando este carecía de un local adecuado, colaboraron con la Asociación Sociocultural de Polanco cediendo espacios para vestuario, maquillaje y salida de la Cabalgata de Reyes, y permitieron el uso de sus pistas deportivas fuera del horario escolar. Año tras año, han venido recibiendo con alegría a la Ronda Marcera.

Tampoco olvidaremos su solidaridad en las inundaciones de 1983 y 1986, cuando prestaron su ayuda desinteresada a las familias afectadas.

Por sus aulas han pasado generaciones de polanquinas y polanquinos. Muchos de nosotros guardamos recuerdos entrañables de aquellos primeros años de infancia: La pizarra, el pizarrín, el babi negro, el cuello de plástico que apretaba el gaznate… Yo, personalmente, no puedo olvidar a Sor Juana Oliva, mi maestra, entre los 5 y 7 años. Tenía ya unos 75 años, siempre con una toquilla sobre los hombros y el característico cornette de las Hijas de la Caridad, mirando por encima de las gafas que descansaban sobre la punta de su nariz. Fue una de las primeras hermanas que llegaron al colegio, donde falleció en 1970, a los 85 años. También Sor Encarnación Ferradán, de edad similar, con serenidad, cariño y sensibilidad me enseñó a escribir en las ausencias de Sor Juana. Ambas dedicaron su vida entera a la enseñanza, con una paciencia y un cariño que nunca olvidaré.

A pesar del elevado número de alumnos por aula, muchos de nosotros aprendimos a leer, escribir con soltura y dominar las cuatro operaciones básicas. Recibíamos dulces, caramelos, y el llamado "pan de ángel", restos de las obleas para la misa. Aquellos pequeños gestos contenían una inmensa ternura.


                                                                      Las últimas siete Hermanas de la Caridad  en la misa de despedida el 7 septiembre 
                                                        Sor Mari Luz (superiora), Sor Neluca, sor Margarita,  Sor Puri, Sor Isabel, Sor Vicente y Sor Adelaida.

Hoy, al anunciarse su marcha, sentimos un profundo agradecimiento y una honda nostalgia. Las monjas han sido historia viva de Polanco. Se las echará de menos, se las recordará con cariño, y su huella quedará para siempre en la memoria colectiva del pueblo.

lunes, 16 de junio de 2025

 


  RECORDANDO A DON VICENTE PEREDA Y REVILLA.


Este mes de mayo se cumple el setenta y cinco aniversario del fallecimiento de don Vicente Pereda y Revilla, hijo menor de nuestro ilustre novelista José María de Pereda.  A pesar de vivir bajo la prolongada sombra literaria de su padre, don Vicente fue también un autor prolífico que cultivó diversos géneros: novela, ensayo, teatro e incluso poesía. Su obra, aunque menos conocida, merece un lugar en la memoria literaria de Cantabria.

La efeméride ha sido recordada por la Sociedad Cántabra de Escritores (SCE), que, con motivo del Día de las Letras Cántabras -celebrado el 19 de febrero, fecha elegida por coincidir con la festividad del santo Beato de Liébana, considerado el primer escritor cántabro documentado-, aprovecha esta ocasión para rescatar del olvido a escritores vinculados a Cantabria que han contribuido al desarrollo cultural de la región. Esta labor de recuperación se centra en autores cuya efeméride se corresponda con múltiplos de veinticinco años (25, 50, 75, 100, etc.).

Cada año, la SCE realiza un extenso homenaje a estas personalidades de las letras, ofreciendo un compendio de su vida y obra, así como una lectura pública de algún texto seleccionado. Tuve el honor de ser invitado por la SCE -bajo la delegación de su nieto, José María- para representar a don Vicente Pereda, leyendo un texto de una de sus obras. Escogí el extracto II “Las campanas del destino”, de su obra Arco Iris. Otra opción disponible era leer un fragmento de su obra Cantabria, considerada la primera novela histórica sobre las Guerras Cántabras.

D. Vicente de Pereda nace en Santander en 1881. Fue el menor de siete hermanos; creció entre Polanco y Santander, al igual que había vivido su padre. En palabras de D. Sixto Córdova y Oña que cita la redondilla que  Sinesio Delgado escribió en el semanario el “Madrid Cómico”, refiriéndose a J.Mª de Pereda:

                               “Montañés sencillo y franco

                               que no cesa de correr

                               de Polanco a Santander

                               de Santander a Polanco”

D. Vicente Pereda estudió bachiller en Santander y derecho en Deusto, aunque nunca ejerció la abogacía. Se casó con Joaquina Torres Quevedo Allport, sobrina del ingeniero  e inventor, con quien tuvo nueve hijos. Siempre estuvo vinculado a Polanco, donde en 1913 reformó la casa  familiar, en la que había nacido su padre, y que utilizó como residencia. A mediados de los años veinte, la familia estableció su residencia en Madrid, aunque frecuentemente continuaban viniendo a Polanco. En Madrid hizo amistad con muchos escritores,  la mayoría conocidos en las tertulias que frecuentaba en el Ateneo, aunque muchos otros los conoció gracias a la amistad que mantenían con su padre.

Tanto en Madrid como en Polanco continuó su labor literaria que, como expuse anteriormente, fue muy extensa y variada. Dicha actividad literaria la abandonó tras la Guerra Civil, al perder en ella a su hijo José María.

Don Vicente falleció el 29 de mayo de 1950, cuando, al parecer, se encontraba preparando el viaje a Polanco para pasar aquí el periodo estival. Serán sus hijas quienes continúen con la tradición familiar de acercarse a la casa solariega de Polanco a lo largo del año, especialmente durante el verano.

Personalmente, no llegué a conocer a sus hijos varones -José María, Luis y Juan-, quienes fallecieron a edades tempranas, ni a su hija Sol, casada con el capitán y abogado Felipe García-Mauriño, que se exiliaron en México tras la Guerra Civil.

Sí tuve la fortuna de conocer al resto de sus hijas: María Fernanda, María Dolores, Ana, Isabel y MariCruz. Todas ellas fueron asiduas visitantes y muy vinculadas a Polanco, donde gozaron de gran simpatía entre el vecindario por su amabilidad, cordialidad y filantropía.

Solían venir acompañadas habitualmente por su prima María Teresa Rivero Pereda, “Tea”, hija de Enrique Rivero y de María, la única hija que tuvo José María de Pereda.

MariCruz, la menor de las hermanas, falleció en 2006, cuando conmemorábamos el centenario del fallecimiento de su abuelo. Nos dejó como legado la letra del Himno a Polanco, cuya música fue compuesta por Federico Ceballos Horna.

Su vida y obra nos muestran a un hombre sensible, cultivado y profundamente marcado por su entorno familiar y por los acontecimientos históricos de su tiempo. Además de su legado  literario, nos dejó muestra de su interés social y su inclinación por la naturaleza. En 1904 creó el Sindicato Agrícola de Polanco, construyéndose su sede en el lugar actual del  barrio El Hondal, en 1911, siendo su primer presidente. Este hecho da cuenta de su carácter emprendedor y de su voluntad de mejora para el mundo agrario En 1930 con la publicación de  su libro Cotos forestales de previsión expresó sus inquietudes sociales y agrícolas y su deseo de promover la repoblación forestal.

En el ámbito literario, fue un autor sumamente prolífico, con una producción marcada por una diversidad temática que abarca desde la autobiografía hasta el ensayo social y filosófico, pasando por la poesía y la narrativa. Entre alguna de sus obras más destacadas se encuentra 50, un texto de carácter autobiográfico en el que se refleja su visión íntima de la vida y su evolución personal. Otras obras relevantes dentro de su producción incluyen Sociología y Cristianismo, donde examina la relación entre los valores religiosos y la estructura social; La vejez, ensayo reflexivo sobre la última etapa de la vida y el Viejo poema, una emotiva composición dedicada a su padre. Asimismo, abordó temáticas diversas en títulos como Esqueletos de oro, centrado en el mundo de la diplomacia; La Hidalga fea y Juan de Castilla, posiblemente obras narrativas de corte histórico o costumbrista.

La conmemoración de su aniversario debe servir para darle a conocer, preservar su memoria,  y reconocer su labor. No es tarea fácil conseguir sus obras, pues buena parte de ellas están descatalogadas. La última edición de una de sus obras ha sido la realizada a la considerada una de sus mejores obras Cantabria publicada por el Ayuntamiento de Santander, en los albores del centenario de su fallecimiento.

La conmemoración de este 75º aniversario no es solo un homenaje a su figura, sino un acto de justicia cultural. Es momento de que las administraciones y entidades culturales aprovechen para  reeditar, estudiar y difundir su obra, para que don Vicente Pereda y Revilla ocupe el lugar que merece en la historia de nuestras letras.  Este mes de mayo se cumple el setenta y cinco aniversario del fallecimiento de don Vicente Pereda y Revilla, hijo menor de nuestro ilustre novelista José María de Pereda.  A pesar de vivir bajo la prolongada sombra literaria de su padre, don Vicente fue también un autor prolífico que cultivó diversos géneros: novela, ensayo, teatro e incluso poesía. Su obra, aunque menos conocida, merece un lugar en la memoria literaria de Cantabria.

La efeméride ha sido recordada por la Sociedad Cántabra de Escritores (SCE), que, con motivo del Día de las Letras Cántabras -celebrado el 19 de febrero, fecha elegida por coincidir con la festividad del santo Beato de Liébana, considerado el primer escritor cántabro documentado-, aprovecha esta ocasión para rescatar del olvido a escritores vinculados a Cantabria que han contribuido al desarrollo cultural de la región. Esta labor de recuperación se centra en autores cuya efeméride se corresponda con múltiplos de veinticinco años (25, 50, 75, 100, etc.).

Cada año, la SCE realiza un extenso homenaje a estas personalidades de las letras, ofreciendo un compendio de su vida y obra, así como una lectura pública de algún texto seleccionado. Tuve el honor de ser invitado por la SCE -bajo la delegación de su nieto, José María- para representar a don Vicente Pereda, leyendo un texto de una de sus obras. Escogí el extracto II “Las campanas del destino”, de su obra Arco Iris. Otra opción disponible era leer un fragmento de su obra Cantabria, considerada la primera novela histórica sobre las Guerras Cántabras.

D. Vicente de Pereda nace en Santander en 1881. Fue el menor de siete hermanos; creció entre Polanco y Santander, al igual que había vivido su padre. En palabras de D. Sixto Córdova y Oña que cita la redondilla que  Sinesio Delgado escribió en el semanario el “Madrid Cómico”, refiriéndose a J.Mª de Pereda:

                               “Montañés sencillo y franco

                               que no cesa de correr

                               de Polanco a Santander

                               de Santander a Polanco”

D. Vicente Pereda estudió bachiller en Santander y derecho en Deusto, aunque nunca ejerció la abogacía. Se casó con Joaquina Torres Quevedo Allport, sobrina del ingeniero  e inventor, con quien tuvo nueve hijos. Siempre estuvo vinculado a Polanco, donde en 1913 reformó la casa  familiar, en la que había nacido su padre, y que utilizó como residencia. A mediados de los años veinte, la familia estableció su residencia en Madrid, aunque frecuentemente continuaban viniendo a Polanco. En Madrid hizo amistad con muchos escritores,  la mayoría conocidos en las tertulias que frecuentaba en el Ateneo, aunque muchos otros los conoció gracias a la amistad que mantenían con su padre.

Tanto en Madrid como en Polanco continuó su labor literaria que, como expuse anteriormente, fue muy extensa y variada. Dicha actividad literaria la abandonó tras la Guerra Civil, al perder en ella a su hijo José María.

Don Vicente falleció el 29 de mayo de 1950, cuando, al parecer, se encontraba preparando el viaje a Polanco para pasar aquí el periodo estival. Serán sus hijas quienes continúen con la tradición familiar de acercarse a la casa solariega de Polanco a lo largo del año, especialmente durante el verano.

Hijas de D. Vicente Pereda: Isabel, María,  Tea (sobrina), María Fernanda, Mª Cruz y Ana.

Personalmente, no llegué a conocer a sus hijos varones -José María, Luis y Juan-, quienes fallecieron a edades tempranas, ni a su hija Sol, casada con el capitán y abogado Felipe García-Mauriño, que se exiliaron en México tras la Guerra Civil.

Sí tuve la fortuna de conocer al resto de sus hijas: María Fernanda, María Dolores, Ana, Isabel y MariCruz. Todas ellas fueron asiduas visitantes y muy vinculadas a Polanco, donde gozaron de gran simpatía entre el vecindario por su amabilidad, cordialidad y filantropía.

Solían venir acompañadas habitualmente por su prima María Teresa Rivero Pereda, “Tea”, hija de Enrique Rivero y de María, la única hija que tuvo José María de Pereda.

MariCruz, la menor de las hermanas, falleció en 2006, cuando conmemorábamos el centenario del fallecimiento de su abuelo. Nos dejó como legado la letra del Himno a Polanco, cuya música fue compuesta por Federico Ceballos Horna.

Su vida y obra nos muestran a un hombre sensible, cultivado y profundamente marcado por su entorno familiar y por los acontecimientos históricos de su tiempo. Además de su legado  literario, nos dejó muestra de su interés social y su inclinación por la naturaleza. En 1904 creó el Sindicato Agrícola de Polanco, construyéndose su sede en el lugar actual del  barrio El Hondal, en 1911, siendo su primer presidente. Este hecho da cuenta de su carácter emprendedor y de su voluntad de mejora para el mundo agrario En 1930 con la publicación de  su libro Cotos forestales de previsión expresó sus inquietudes sociales y agrícolas y su deseo de promover la repoblación forestal.

En el ámbito literario, fue un autor sumamente prolífico, con una producción marcada por una diversidad temática que abarca desde la autobiografía hasta el ensayo social y filosófico, pasando por la poesía y la narrativa. Entre alguna de sus obras más destacadas se encuentra 50, un texto de carácter autobiográfico en el que se refleja su visión íntima de la vida y su evolución personal. Otras obras relevantes dentro de su producción incluyen Sociología y Cristianismo, donde examina la relación entre los valores religiosos y la estructura social; La vejez, ensayo reflexivo sobre la última etapa de la vida y el Viejo poema, una emotiva composición dedicada a su padre. Asimismo, abordó temáticas diversas en títulos como Esqueletos de oro, centrado en el mundo de la diplomacia; La Hidalga fea y Juan de Castilla, posiblemente obras narrativas de corte histórico o costumbrista.

La conmemoración de su aniversario debe servir para darle a conocer, preservar su memoria,  y reconocer su labor. No es tarea fácil conseguir sus obras, pues buena parte de ellas están descatalogadas. La última edición de una de sus obras ha sido la realizada a la considerada una de sus mejores obras Cantabria publicada por el Ayuntamiento de Santander, en los albores del centenario de su fallecimiento.

La conmemoración de este 75º aniversario no es solo un homenaje a su figura, sino un acto de justicia cultural. Es momento de que las administraciones y entidades culturales aprovechen para  reeditar, estudiar y difundir su obra, para que don Vicente Pereda y Revilla ocupe el lugar que merece en la historia de nuestras letras. El Ayuntamiento de Polanco no debiera ser indiferente a esta efeméride.

                                                                                                            Tino Barrero.

jueves, 6 de marzo de 2025

 

La Tradición Viva: Un Reconocimiento a la Fidelidad y el Compromiso con las Marzas de Polanco

El pasado fin de semana, la Ronda Marcera de Polanco vivió un acontecimiento significativo al otorgar dos importantes nombramientos a personas que han sido parte esencial de la tradición de las marzas en nuestro municipio. En un acto emotivo, se nombró a Rosendo Pérez Vallina como "Botero Oficial" y a Antonia Badia Badia, natural de Alhaurín el Grande (Málaga), como "Comisionada para Marzas". Ambos cuentan con más de 30 años de participación ininterrumpida en esta cita anual, un compromiso que no ha faltado ni un solo año.

Dentro de la Ronda Marcera, hay miembros que desempeñan un papel determinado y relevante que destacan por su función esencial dentro del conjunto. Roles como el Marcero Mayor, el farolero, el campanillero y el cestero son necesarios para que la ronda funcione de manera óptima. Sin embargo, hay una figura que a menudo pasa desapercibida, no suele aparecer en las letras de marzas ni en textos de libros sobre las mismas, pero cuya presencia es crucial: el Botero.

La bota de vino, que el Botero porta con dedicación y responsabilidad, es mucho más que un simple accesorio. Es una parte intrínseca de la ronda, una herramienta fundamental que permite mantener la voz clara y el gaznate limpio durante las largas jornadas de canto. La bota de vino, como el pañuelo o la boina, es un símbolo de la ronda marcera, un elemento que conecta a los cantores y que ha acompañado a la tradición desde sus orígenes. Rosendo Pérez Vallina, quien siempre ha sido el encargado de portar esta bota, ha sido reconocido finalmente con el título de "Botero Oficial". Este nombramiento, que nunca se había hecho antes en ninguna ronda de nuestra Cantabria, busca resaltar la importancia de aquellos que, con su fidelidad, mantienen vivas nuestras tradiciones.

Por otro lado, Antonia Badia Badia, más conocida como Toñi, es un ejemplo de cómo la cultura local puede trascender fronteras. A pesar de ser originaria de Málaga, Toñi se ha convertido en una parte integral de la Ronda Marcera de Polanco. Su amor por las tradiciones y su capacidad para identificarse con nuestras costumbres ha sido ejemplar. No solo ha participado activamente durante más de tres décadas, sino que ha llevado nuestras marzas hasta su tierra natal, Alhaurín el Grande, contribuyendo a dar a conocer este ritual de nuestro folclore más allá de nuestra región. Por ello, se le otorgó el título de "Comisionada para Marzas" en su localidad de origen, un reconocimiento merecido por su arduo trabajo y dedicación.

                        



Los nombramientos tuvieron lugar en presencia de la alcaldesa, miembros de la Corporación municipal y numerosos vecinos, quienes compartieron este momento especial. Además, se contó con la presencia de la Ronda Marcera de Torrelavega como testigo honorífico del acto, quienes a través de una conexión por video, y mediados por Jose Ramón García, uno de sus directivos, enviaron sus felicitaciones acompañadas de una marza como muestra de afecto y compañerismo. Ambas agrupaciones actuaron juntas en el acto de Declaración de las “Marzas” como Bien de Interés Cultural Inmaterial por el Gobierno de Cantabria, en 2014, en el Palacio Festivales de Santander..

Tanto Rosendo como Toñi son personas muy activas y comprometidas socialmente. Forman parte de la Asociación Sociocultural y son muy estimados en el municipio por su labor en pro de la cultura local y su dedicación a la comunidad. Este acto de reconocimiento subraya la importancia de las personas que, con su esfuerzo y compromiso, mantienen vivas nuestras tradiciones. 



Tras el nombramiento, la ronda marcera comenzó su tradicional recorrido por los barrios del municipio, como se viene haciendo desde hace 36 años, cuando se recuperó esta tradición tan arraigada en Polanco. El último día de febrero y el primero de marzo se convirtieron en jornadas de celebración, donde  el canto y la ronda se unen para dar vida a una de las costumbres más ancestrales y queridas de nuestra región: dar la bienvenida a marzo y con ello la proximidad de la primavera.



Este acto, refuerza la importancia de las tradiciones como un vínculo que une a las generaciones pasadas, presentes y futuras. Para todos aquellos que hemos tenido la suerte de compartir estos momentos con Rosendo y Toñi, es un placer contar con su amistad.

                                                                                                                TINO BARRERO

jueves, 9 de enero de 2025

 

  II CONCURSO DE CUENTOS INFANTILES "COSTA QUEBRADA"

CONOCIENDO Y DISFRUTANDO DEL GEOPARQUE "COSTA QUEBRADA".

Por segundo año consecutivo organizamos el CONCURSO DE RELATOS INFANTILES , en torno a un tema relacionado con Costa Quebrada. Más aún este año que se ha otorgado a la Costa Quebrada como GEOPARQUE , por parte de la UNESCO, lo que conlleva gran relevancia, no sólo para nuestro entorno costero sino para toda la región.

La Asociación Sociocultural Polanco  cuenta con la colaboración de la Asociación Costa Quebrada y el Ayto. de Polanco. Deseamos que desde los centros educativos y las familias se incentive a los niños y niñas de Educación Primaria, en el conocimiento de este magnífico entorno; ese es uno de los objetivos del Concurso.





Concurso de cuentos infantiles “Un día en mi playa de Costa Quebrada”

 

BASES DEL CONCURSO

 El Concurso tiene como objetivo estimular la curiosidad y el conocimiento entre los escolares sobre   las características y belleza singular de nuestra costa. Fomentar interés en el conocimiento del Geoparque Costa Quebrada y también tiene como objetivo potenciar la creatividad y poner en valor la  expresión escrita.

El Concurso está organizado por la Asociación Sociocultural Polanco y cuenta con la colaboración del Grupo Costa Quebrada y la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Polanco.

1.       Participantes: niños de Educación Primaria.

2.       Dos niveles: Nivel 1: de 6 a 8 años; Nivel 2: 9 a 12 años

3.       Idioma: castellano

4.       Tema. Los cuentos aludirán a algún lugar del entorno de   Costa Quebrada. Pueden ser fantásticos, realistas, de humor, policiacos, románticos o de cualquier género que te inspire ese entorno maravilloso.

5.       Han de ser originales y no publicados o premiados anteriormente, ni estar pendientes de resolución en cualquier otro concurso.

6.       Extensión y forma del cuento. Formato Word, con un mínimo de dos páginas y un máximo de cuatro, escritas por una cara, a doble espacio (Interlineado doble) y en letra Arial/Times New Roman de 12p. Márgenes laterales, superior e inferior de 2 cm. En el encabezado aparecerá el título del cuento y un pseudónimo. Nunca, el nombre del autor.

7.       Cada persona podrá presentar un único trabajo.

8.       Forma de presentación: online y bajo el sistema de plica.

Las obras se presentarán por correo electrónico a la siguiente dirección:

 asociacionsocioculturalpolanco@gmail.com

 

En el asunto del mensaje, se especificará “Concurso de cuentos” y la modalidad a la que se presenta. Por ejemplo: “Concurso de cuentos-Nivel I”, o “Concurso de cuentos Nivel II”

Para asegurar el anonimato del autor, deberán presentarse dos ficheros: uno, con el cuento bajo título y seudónimo. Y otro, con la plica conteniendo los datos del autor, del siguiente modo:

·        Un archivo con el CUENTO en su interior, con título y pseudónimo, que también aparecerán en la denominación del archivo. El nombre del archivo tendrá el siguiente formato: 1-Modalidad-Título del cuento-pseudónimo. El contenido del archivo, en formato Word, se ajustará a las normas de formato y extensión explicadas en el punto 6.

 ·        Otro, con la PLICA. El nombre de archivo:2-PLICA-título-seudónimo. En su interior, un documento Word encabezado nuevamente por el título y pseudónimo, para concretar a continuación los datos del autor:

Nombre y apellidos, edad

Domicilio

E-mail y teléfono de contacto

   9.       Fecha límite de presentación: 27/03/2025 a las 14:00 h.

10.   La entrega de premios tendrá lugar, el día 29 de mayo (jueves), a las 18 horas en la Biblioteca municipal “José Mª de Pereda” de Polanco.

11. Premios: Serán premiados los tres primeros de cada categoría

1º Premio. Una camiseta con la impresión de “Tremeruco” y el nombre de Geoparque Costa Quebrada. 1 libro sobre Cantabria; un tour nocturno por la costa y el trofeo del “Tremeruco”.

2º Premio. Una camiseta con la impresión de “Tremeruco” y el nombre de Geoparque Costa Quebrada; 1 libro sobre Cantabria; un tour nocturno por la costa.

3º Premio. Una camiseta con la impresión de “Tremeruco” y el nombre de Geoparque Costa Quebrada; 1 libro sobre Cantabria; un tour nocturno por la costa.

            12.  La recepción de las obras se iniciará a partir del 16/01/2025

          13. El Jurado estará compuesto por miembros de la entidad organizadora y colaboradoras del concurso.

GANADORES Y PREMIOS: 

    Desde la edición anterior, el concurso cuenta con una figura simbólica: “El Tremeruco”, un personaje mitológico vinculado al Pozo Tremeo. Esta entrañable figura, diseñada por Laura R. Rivas, miembro de la Asociación Sociocultural de Polanco, se ha convertido en el trofeo que distingue al primer premio.



Las ganadoras de esta segunda edición han sido:

  • Primer premio: Melibea Díaz Heras por su cuento “La fortuna enterrada”.
  • Segundo premio: Julia Hermosa Núñez con “Caperucita Tremea en el estómago del lobo”.
  • Tercer premio: Jana Fuentevilla Bárcena con “La concha brillante”.

Las tres finalistas recibieron como obsequio camisetas ilustradas con el Tremeruco, el libro “Seres mágicos de Cantabria”, tazas con diseños de Costa Quebrada, el correspondiente diploma y, como experiencia destacada, un safari intermareal nocturno, guiado por especialistas de la Asociación Costa Quebrada. Además, la ganadora del primer premio recibió como galardón el trofeo del Tremeruco.

La entrega de premios contó con la participación de Isabel Herrera Landeras, concejala de Medio Ambiente, en representación del Ayuntamiento de Polanco; Javier Álvaro Apezteguía, por parte de la Asociación Costa Quebrada, y Jesús Gómez Pereda y Laura Ruiz, en representación de la Asociación Sociocultural Polanco. 

 


                                                                                               Tino Barrero.